viernes, 3 de enero de 2014

La historia vive en ex hospital San Andrés de Lima


La historia vive en ex hospital San Andrés
 
Denis Merino (Redacción)
 
Por su rico pasado histórico como la posibilidad de haber servido de última morada de restos incas, ser el primer hospital de Latinoamérica y lugar donde se iniciaron las autopsias dirigidas por el propio sabio Hipólito Unanue, el ex Hospital Real de San Andrés debe ser convertido en Museo de la Salud.
 
Así lo demandan un numeroso grupo de historiadores, médicos, arqueólogos y científicos de diversas disciplinas que han iniciado una campaña para promover la conversión del antiguo local en museo.
 
La campaña se inició durante la conferencia "Pasado, presente y futuro del hospital San Andrés" que se desarrolló en días pasados en el Museo Nacional de Antropología, Arqueología e Historia del Perú, donde los expositores demandaron al Ministerio de Cultura que además, declare el lugar como zona intangible para impedir que se sigan perdiendo las huellas de su rico pasado.
 
"El Perú merece que su patrimonio se defienda y se ponga en valor y este histórico hospital lo tiene por donde se le mire, por lo que debe convertirse en sede del Museo de la Historia de la Medicina y Paleopatología y en un Centro de Medicina Familiar. Esperamos que el gobierno apoye este salvataje", declaró el médico Guido Lombardi Almonacín, uno de los promotores de la idea.
 
Añadió que la propuesta ha encontrado gran acogida entre la comunidad científica y son cientos las firmas que la respaldan. "También hemos encontrado buena disposición en los directivos de la Beneficencia (a la que pertenece el viejo local), que han manifestado su interés en preservar este lugar histórico."
 
"Lamentablemente somos uno de los pocos países que no contamos con un Museo de la Salud que sí existió en una época y que fue cerrado y las piezas que se exponían están guardadas en cajones en el sótano del hospital Dos de Mayo y del Ministerio de Cultura, corriendo el riesgo de deteriorarse."
 
Una parte de lo que fue el hospital del siglo XIV se convirtió después en sanatorio para enfermos mentales, luego en convento de dos órdenes religiosas y posteriormente en colegio.
 
Actualmente una parte está ocupada por galerías comerciales alquiladas por los antiguos administradores de la Beneficencia Pública de Lima mientras los demás ambientes se encuentran semi-abandonados y deteriorados.
 
"En una de estas partes alquiladas se encontraba uno de los pabellones del ex hospital con bóvedas de restos humanos que desaparecieron, estamos en una emergencia y es urgente rescatar este monumento emblemático y poco conocido. Son casi cinco siglos de historia", expresó el historiador Teodoro Hampe Martínez.
 
El local, ubicado en la antigua calle San Andrés, en la cuadra ocho del jirón Huallaga, entre la plaza Italia y el jirón Paruro, se construyó aproximadamente en 1545, en lo que eran cuatro solares de la época. Abarcó diez mil metros cuadrados de los que queda solo cinco mil. De prosperar la iniciativa de los intelectuales podría convertirse en Museo de la Salud, como existe en otras naciones del mundo que no tienen el historial en salud de Lima dijo el médico Uriel García Cáceres.
 
El científico señaló que la primera mesa para Disecciones Anatómicas estaba en el viejo hospital, algo histórico porque esa práctica se dio antes que en muchos países europeos. "Se la llevaron las últimas religiosas que vivieron en el local y les debe estar sirviendo en su actual convento para la preparación de postres", dijo con un toque de humor.
 
Por su parte, Hampe precisó que la edificación original de mediados del siglo XVI resguarda en sus muros y cimientos testimonios invalorables para la cultura e identidad colectiva peruana, desde tiempos prehispánicos y coloniales hasta republicanos.
 
Relatos de los cronistas Inca Garcilaso de la Vega, José de Acosta y Antonio de Calancha, aseguran que los cadáveres embalsamados de los más importantes gobernantes del Tahuantinsuyo como Pachacutec, Túpac Yupanqui, Huayna Cápac, con sus mujeres y Mama Ocllo, fueron alojados en un patio o corral del hospital de San Andrés.
 
Las momias, que se exhibían en el Templo del Sol (Koricancha) en el Cusco, eran adoradas por los indios como si sus emperadores estuvieran vivos. Con el fin de terminar con esos cultos a través de la política de "extirpación de idolatrías", los españoles trajeron los cuerpos en perfecto estado de conservación a Lima alrededor de 1560, por orden del virrey Andrés Hurtado Mendoza y Cabrera, Marqués de Cañete y por quien el hospital lleva ese nombre.
 
Vecinos notables de la época aseguran haber visto las momias en perfecto estado depositadas en un rincón del lugar a la intemperie, lo que según especialistas habría causado su completo deterioro.
 
Uriel García recordó que después de la rebelión de Túpac Amaru, debelada brutalmente, el gobierno español hizo lo posible por borrar y olvidar el pasado inca, por lo que intentó desaparecer a las mejores momias incas. "Hasta se prohibió el uso de la ropa que se usaba en la época de los incas, lo que ahora se muestra como vestimenta típica es una caricatura de la vestimenta española", apuntó.
 
En excavaciones efectuadas en diversas zonas del local tanto por José Toribio Polo y años después por José de la Riva Agüero y que fueron retomados en los últimos años por Hampe y el arqueólogo Antonio Coello, con auspicios de la Universidad de Chicago, no hallaron las famosas momias aunque sí, lugares subterráneos con evidencias de entierros.
 
A principios del siglo pasado, De la Riva Agüero y Osma pidió al padre de la arqueología peruana Julio C. Tello que intervenga en las excavaciones y fue en esa época que se descubrieron bóvedas subterráneas, tiempo después Riva Agüero se refirió a la posibilidad que las momias incas estén perdidas.
 
Años después, cuando el después presidente, Fernando Belaunde Terry se desempeñaba como decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Ingeniería, se realizaron más estudios que concluyeron en que habían cinco lugares estratégicos. Posteriormente, la National Geographic envió radares para rastrear el lugar pero estos se malograron y no se pudo concluir la tarea pero, se concluyó que había anomalías en el suelo y trabajos en cinco o seis metros de profundidad.
 
"Faltaría excavar una parte del ex hospital para lo que se requeriría instrumental moderno como el radar penetrante de suelo, lo que no se ha realizado por falta de financiamiento", precisó Coello.
 
El Hospital Real de San Andrés fue además en 1811 el primer local de la Facultad de Medicina de la Universidad de San Marcos, la cual tuvo entre sus fundadores a Hipólito Unanue y por cuyas aulas pasaron personalidades de la medicina como Cayetano Heredia y Daniel Alcides Carrión.
 
Años después de la fundación del San Andrés, que se dedicó exclusivamente al servicio de españoles, cuyo costo fue de 19 mil pesos y donde se atendía a unos 400 a 500 pacientes al año, se levantaron en los alrededores otros dos nosocomios, el de Santa Ana (hoy Plaza Italia) para indios, y el San Bartolomé, unas cuadras más allá, para negros. La zona se convirtió en el triángulo de la salud.
 
Posteriormente a la guerra con Chile se convirtió en albergue para niñas y en escuela regentada por congregaciones de monjas, gracias al apoyo de benefactores cuyos nombres figuraban en los azulejos del bautisterio, lugar de la capilla donde se bautizaban a los niños. Todavía se pueden observar en su interior partes del cementerio y el patio del manicomio así como una capilla del mediados de 1800.
 
Como hospital de San Andrés funcionó hasta el 8 de marzo de 1875, cuando todos sus pacientes fueron trasladados al recién inaugurado hospital Dos de Mayo. De ahí pasó a poder de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl y desde 1929 a convento de las Hijas de María Inmaculada para después acoger al colegio Óscar Miró Quesada de la Guerra hasta el 2007, en que Defensa Civil ordenó su evacuación por riesgo de derrumbe.
 
El exclaustro de medicina y el Anfiteatro de Anatomía, se convirtió en la actual comisaría de San Andrés. Los científicos que exigen la rehabilitación del ex hospital para convertirlo en Museo y Centro Cultural basan su argumento en que fue la cuna de la profesión médica.
 
Para argumentar la importancia de contar con un centro anatómico para disección de cadáveres, el sabio Hipólito Unanue, en su discurso "Decadencia y Restauración del Perú", con ocasión de la apertura del Anfiteatro Anatómico el 21 de noviembre de 1792 señaló: "Aun entre las naciones reputadas generalmente por bárbaras, se ha observado una suma afición a la anatomía, y si los progresos que hicieron en esta ciudad los antiguos peruanos hubiesen de medirse por la preparación y conservación de los cadáveres, podrían, sin duda, disputar la preferencia a los egipcios".
 
Unanue, dijo Uriel García, fue uno de los peruanos más ilustres y más encumbrados, pese a haber nacido en un hogar muy pobre. Fue el primer ministro de Hacienda (Economía) del Perú, nombrado por San Martín el 4 de agosto de 1821. Recordó que Unanue hizo dos importantes contribuciones científicas. "Hizo autopsia a un sujeto español robusto de 51 años que sufrió de cólicos estomacales abarcándole el tórax. "Encontró una hernia, su descripción de lo hallado fue minuciosa, muchos años después un anatomista checoslovaco hace una descripción idéntica que lleva su nombre, mientras que nadie se da el trabajo de reconocer que debe ser llamada hernia de Unanue".
 
Mencionó como otro de los aportes mundiales una autopsia a otro español que sufrió años de diarreas, "describiéndola también en una forma brillante". Teodoro Hampe relató que Unanue vivía a una cuadra del hospital San Andrés, en la entonces calle Lechuga, lo que facilitaba su desplazamiento al nosocomio y a lo que fue la Facultad de Medicina sanmarquina.
 

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