lunes, 25 de marzo de 2013

SANTO TORIBIO, "venerable prelado, obispo apostólico de Europa y de las Indias" según el Beato Palafox


 D. Juan Palafox y Mendoza, obispo de La Puebla, recientemente beatificado, fue calificado por el cardenal Amato  como "uno de los personajes más singulares de la historia de la santidad, porque en su vida experimentó la gloria de las cargas más elevadas y la humillación de la desgracia y el aislamiento, que acogió con fe heroica y con auténtico espíritu cristiano. Personaje brillante y poliédrico, en él encontramos al obispo preocupado del bien espiritual de los fieles, al virrey ocupado en la buena administración, al pensador político, al escritor fecundo, al mecenas de las artes".  Le tocó en suerte escribir una especie de prólogo de la primera biografía sobre Santo Toribio escrita por Antonio de León Pinelo. Les transcribo su escrito: 

 

"Y confieso a Vuesa Eminencia que el leerla (la vida) ha sido para mí el sumo consuelo; y espero en Dios, que ha de serme de grande aprovechamiento. Porque las heroicas obras y virtudes de este excelente varón y venerable Prelado, pueden causar grande luz y enseñanza en la Iglesia de Dios.

 

En todos tiempos y estados levanta Dios columnas espirituales en virtud y espíritu, y tan eminentes, que se pueden ver de muy lejos, para enseñarnos por dónde corre y discurre el camino de la perfección cristiano, entre la oscuridad y engaños del siglo y de la vanidad: hallándose necesitado el linaje humano de estos conocimientos, para acertar a servir y seguir entre tantas pasiones y miserias al que es Camino, Verdad y Vida. 

En este pasado siglo nos alumbró Dios los Prelados, ofreciéndonos un ejemplar vivo de perfectos pastores en la vida admirable de san Carlos Borromeo, luz clarísima de Milán y Maestro verdaderamente de obispo, cuya armonía, en su espiritual gobierno, es más fácil de admirar, que no de explicar.

 

También para los obispos regulares señaló Dios por ejemplo a Santo Tomás de Villanueva, arzobispo de Valencia, honor de España y de la gloriosa religión de San Agustín; cuyo espíritu, fervor y predicación es comparable a la de los mayores y primitivos Padres de la Iglesia.

 

Esta misma providencia debemos creer piadosamente cuando dictó que la Divina Bondad levantase por este mismo tiempo, el espíritu y excelente virtud de este Venerable Prelado, Arzobispo de Lima, en las Indias Occidentales; así para que los Obispos, que somos y han sido en aquellas provincias, tuviesen más cerca aquel ilustre ejemplar, que seguir e imitar, como porque la diferencia, que hay de los climas, ritos y costumbres en aquel Nuevo Mundo, necesitaba de particular e individual modelo, para su enseñanza.

 

Verdaderamente, en todo cuanto yo he leído, en esta perfecta vida, se manifiesta que este venerable prelado fue obispo apostólico no sólo en Europa sino de las Indias, ajustando sus admirables costumbres, virtudes y acciones a lo que era necesario, para cultivar con fervoroso espíritu aquella Viña, recién plantada en la fe, por la piedad y religión de nuestros católicos reyes. Su celo del bien de las almas fue excelente; su fervor, para seguirlas, buscarlas y llevarlas a Dios, heroicos; la pureza de su vida y costumbre, admirable; la grandeza de ánimo y la paciencia en las mortificaciones y persecuciones, que acompaña frecuentemente nuestro estado, rarísima el tenor de su constante virtud y ejemplo, desde el principio al fin de la vida, igualísimo; digno todo de que España y las Indias y Vuestro Eminente como ilustre hijo del insigne Colegio de San Salvador de Oviedo, de donde también lo fue este Venerable Varón, solicite al santo celo de Nuestro Beatísimo Padre Inocencio X, que veamos en la Iglesia Universal, acreditado este ilustre ejemplar e idea de Prelados santos, para todos los Obispos de América, con la declaración apostólica de Su Santidad. 

 

También merece la bendición de Vuestra Eminencia y aprobación de cuantos leyeren esta santa Vida, la discreción, espíritu, claridad y elegancia, con que la ha escrito su autor; componiendo y disponiendo materia tan útil y digna de la luz común, con igual acierto y lucimiento, que las demás obras que ha estampado para el bien de éstas y aquellas Provincias d las Indias, cuyo hijo es en los estudios, todo con grande aprovechamiento y utilidad pública, como ministro tan antiguo, entendido y experimentado en el Consejo Real de las Indias, en donde ha muchos años que lo conozco, sirviendo con grande crédito y aprobación de los señores presidentes y consejeros de aquel gran Senado.

Pero todavía, para satisfacer mi conciencia, me ha parecido representar a Vuestra Eminencia que debe reformar, en esta discreta relación, cuanto se habla de mí; cuyas acciones, obras y escritos, más son dignas de censura que no de alabanza. Guarde Dios a Vuestro Eminente como deseo y se lo suplico. Madrid, abril 25 de 1653 años.


Eminentísimo Señor besa la mano de Vuestro Eminente, su mayo servidor. El Obispo de la Puebla de los Ángeles."

 

Prólogo a la obra de León Pinelo Vida del Ilmo. y Rev.  Don Toribio Alfonso Mogrovejo, Arzobispo de Lima  Madrid 1653, Lima 1906, pp.4-6

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LA ENTRAÑABLE Y DESBORDANTE PERSONALIDAD DE "EL JESUITA" BERGOGLIO

Acabo de leer de un tirón este libro entrañable. Escrito con agilidad, nos revela mil y un detalle de la múltiple y rica personalidad del nuevo Papa: hogareño, patriota, argentino, jesuita, educador, comprometido con los pobres, misericordioso, asertivo cien por cien, ubicado en su realidad y el tiempo que le toca vivir, directo, acogedor, activo pero contemplativo, que nos llena de paz y ganas de vivir para mejorarnos y mejorar la iglesia y el mundo. Recomendable cien por cien...

Les comparto la reseña: http://www.revistacriterio.com.ar/nota-tapa/libro-el-jesuita-conversaciones-con-el-cardenal-jorge-bergoglio/comment-page-1/#comment-45580

El jesuita (Conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio) 

libro-bergoglio1Por Sergio Rubin y Francesca Ambrogetti, Vergara, Buenos Aires, 2010, 192 páginas.

Con prólogo del rabino Abraham Skorka, este libro-entrevista abunda en expresiones que podrían recordar al polémico y poco obediente jesuita Leonardo Castellani, y que por momentos evocan la prosa barrial y magnética de Leopoldo Marechal.

Jorge Mario Bergoglio –el primer hijo de Ignacio de Loyola que llega a arzobispo de Buenos Aires– y, según trascendidos, un cardenal muy votado en el pasado cónclave, cuenta de él en este texto que bien puede ser definido insólito dada su conocida y obcecada negativa a todo tipo de requerimiento periodístico. Su habitual silencio guarda similitud con el del caudillo radical Hipólito Yrigoyen, que ganaba poder dejando la interpretación de sus intenciones a los hermeneutas de sus parcos gestos. En cambio, aquí Bergoglio relata muchos aspectos de su vida, desde los estrictamente personales o familiares hasta los políticos.

Sobre el camino que decidió a los 21 años explica: "Lo que estaba claro era mi vocación religiosa. Entré a la Compañía de Jesús atraído por su condición de fuerza de avanzada de la Iglesia, hablando en lenguaje castrense, desarrollada con obediencia y disciplina. Y por estar orientada a la tarea misionera". En sus respuestas no falta la ironía, como cuando cuenta que le hubiera gustado ir a misionar a Japón, y remata: "Unos cuántos se hubieran salvado de mí acá si me hubieran enviado allá".

Su inclinación por la literatura argentina aparece tanto en el texto final sobre el Martín Fierro como en frases sueltas: "Siempre me impresionó lo que comenta Ricardo Güiraldes en Don Segundo Sombra, que su vida estuvo signada por el agua. Cuando era chico semejaba un arroyito saltarín entre las piedras; cuando era un hombre, un río impetuoso; y de viejo, un remanso". Cuando estaba en Santa Fe, para estimular a los alumnos "les hacía escribir cuentos y en un viaje a Buenos Aires se los mostró nada menos que a Jorge Luis Borges", a quien luego llevaría a dictar una conferencia al colegio de la Inmaculada Concepción.

Este sacerdote de inconfundible olfato político impresiona a veces por la seguridad de sus afirmaciones y, al mismo tiempo, desconcierta con algunas frases: "No tengo todas las respuestas. Ni tampoco todas las preguntas. Siempre me planteo más preguntas, siempre surgen preguntas nuevas. Pero las respuestas hay que ir elaborándolas frente a las distintas situaciones y también esperándolas.  Confieso que, en general, por mi temperamento, la primera respuesta que me surge es equivocada. Frente a una situación, lo primero que se me ocurre es lo que no hay que hacer. Es curioso, pero me sucede así. A raíz de ello aprendí a desconfiar de la primera reacción. Ya más tranquilo, después de pasar por el crisol de la soledad, voy acercándome a lo que hay que hacer. Pero de la soledad de las decisiones no se salva nadie".

Acaso el testimonio más esperado por el periodismo es el que se refiere a la última dictadura militar y a las calumnias que le tocó sufrir. Habla de los sacerdotes Yorio y Jalics, secuestrados y finalmente liberados, explica: "Para responder tengo que contar que ellos estaban pergeñando una congregación religiosa, y le entregaron el primer borrador de las Reglas a los monseñores Pironio, Zazpe y Serra.

Conservo la copia que me dieron. El superior general de los jesuitas quien, por entonces, era el padre Arrupe, dijo que eligieran entre la comunidad en que vivían y la Compañía de Jesús, y ordenó que cambiaran de comunidad. Como ellos persistieron en su proyecto, y se disolvió el grupo, pidieron la salida de la Compañía. Fue un largo proceso interno que duró un año y pico. No una decisión expeditiva mía.

Cuando se le acepta la dimisión a Yorio, también al padre Luis Dourrón, que se desempeñaba con ellos –con Jalics no era posible hacerlo porque tenía hecha la profesión solemne y solamente el Sumo Pontífice puede hacer lugar a la solicitud– corría marzo de 1976, más exactamente era el día 19, o sea, faltaban cinco días para el derrocamiento del gobierno de Isabel Perón. Ante los rumores de la inminencia de un golpe, les dije que tuvieran mucho cuidado. Recuerdo que les ofrecí, por si llegaba a ser conveniente para su seguridad, que vinieran a vivir a la casa provincial de la Compañía".

Cuando se le pregunta por el encono de Hebe de Bonafini, de las Madres de Plaza de Mayo, dice: "Hay que ponerse en el lugar de una madre a la que le secuestraron a sus hijos y nunca más supo de ellos, que eran carne de su carne; ni supo cuánto tiempo estuvieron encarcelados, ni cuántas picaneadas, cuántos latigazos con frío soportaron hasta que los mataron, ni cómo los mataron".

El libro da pistas para conocer a una persona particularmente amada por su clero, temida por el gobierno de los Kirchner (sus silencios molestan más que sus palabras), respetada entre sus pares en el episcopado, muchas veces más admirada por intelectuales ajenos a la Iglesia y miembros de otros credos que en ambientes católicos. Esperanzado con la Iglesia y moderadamente optimista con el futuro de nuestro país, arriesga: "Es lo que siento. Puedo equivocarme. Nosotros no lo veremos, lo verán nuestros hijos. Como aquel cuento de los dos curas que están charlando sobre un futuro concilio y uno pregunta: '¿Un nuevo concilio va a suprimir el celibato obligatorio?' Y el otro responde: 'Parecería que sí'. Pero el primero concluye: 'De todas maneras, nosotros no lo vamos a ver; lo verán nuestros hijos'".

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sábado, 23 de marzo de 2013

ZAÑA, 450 AÑOS DESPUÉS, EN EL DÍA DE SANTO TORIBIO

He vuelto a Zaña, la ciudad "fantasma", microcosmos de todas razas y culturas, pero la patria desde la que fue al Cielo Santo Toribio, un día como hoy, 23 de marzo del 1606, fiesta de Jueves Santo. Y se fue, después de haber recitado el Credo y mientras cantaba –acompañado del laúd de un padre agustino- el salmo ¡Qué alegría cuando me dijeron vamos a la casa del Señor!

Fui en compañía de Monseñor Esteban Puig, que disertó acerca de "Santo Toribio, Zaña y los morenos". Yo hablé sobre "Santo Toribio en la formación del Perú y su trascendencia histórica universal" y presenté el video "Pasos de Toribio" del CEPAC-UCSS.

Fue organizado por la Municipalidad y la Parroquia. Estuvieron presentes el Alcalde, regidores, el Párroco y vicarios, junto a fieles –especialmente los miembros de la Hermandad de Santo Toribio- y ciudadanos de Zaña. Entre ellos, el gran antropólogo  Luis Rocca, creador y animador del Museo Afroperuano.

La verdad es que me siento como uno más y muy agradecido por la acogida que siempre me brindan. Me conmueve el afecto por el Santo. Les acompañé unos minutos en su vigilia toribiana en la ermita donde llevaron sus reliquias y guardan la imagen del santo.

Les comparto algunas fotos del evento, el atardecer de Zaña y el cuadro de la Catedral de Chiclayo. 

Justo nuestro nuevo Papa Francisco dijo de Santo Toribio, patrono del episcopado americano (Juan Pablo II, 10 mayo 1986) que "apostó, mientras fue arzobispo de Lima, a comprender al pueblo yendo a cada rincón del territorio que llegaba hasta la capitanía de Chile. Apostó a comprender el alma de su pueblo desde la autoridad moral de hacerse cargo". El nombramiento de un papa hispanoamericano lo considero como un fruto de la evangelización de Santo Toribio.

En el marco de la primera asamblea de la historia -el Concilio Plenario Latinoamericano, Roma 1899- , con el deseo de preparar el nuevo siglo cristiano cristiano de América, a la hora de redactar las Actas, no dudan en colocar en primer lugar la fórmula de consagración al Corazón de Jesús, proclamando enfáticamente a santo Toribio Alfonso Mogrovejo como el "Astro más luciente del episcopado del Nuevo Mundo...reiterando en la conclusión de la consagración: "Tú más que ninguno, acuérdate de nosotros, oh Toribio bendito, ejemplo y esplendor sin igual de Prelados y Padres de Concilios". Más adelante, el obispo de san Luis Potosí, Mons. Ignacio Montes de Oca, recuerda ante los Padres sinodales las egregias figuras del episcopado americano para concluir en la proclamación de nuestro protagonista como "ejemplar y prototipo entre estos varones apostólicos...de cuya luz y fulgor han recibido cuantos fueron llegando después de él...espejo de Pastores". Y, dentro del cuerpo del Concilio, ya en la sesión última, las "Aclamaciones" le declaran "ejemplar y ornamento esplendente de todos los Prelados y sinodales de la América  Latina".

 

Al igual que los pilares de la iglesia occidental los consideramos "Santos Padres" por sus notas de antigüedad de vida, ortodoxia, santidad y aprobación eclesiástica, podíamos aplicar esta denominación a cuantos en América vivieron una misión paralela. Fue el caso de Fray Juan de Zumárraga, Vasco de Quiroga, Jerónimo de Loayza, Bartolomé de las Casas, Mogrovejo. De todos ellos, sólo Toribio Mogrovejo ha sido canonizado y, por ello, merecido el patronazgo Pero ningún comentario de todos los obispos de América Latina. Les comparto el texto íntegro de su declaración:

 

Los obispos del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) profesan una peculiar veneración hacia Santo Toribio Mogrovejo, Arzobispo de Lima, quien durante la segunda mitad del siglo XVI y los comienzos del siglo XVII, ejerció el cuidado pastoral con ardentísimo celo sobre los fieles a él encomendados, promoviendo la vida religiosa de toda aquella región y atendiendo con especialísima solicitud a los nativos.

Por este motivo, el Venerable Hermano Antonio Quarracino, Presidente de dicho Consejo, acogiendo el unánime deseo de todos los obispos, ratificó la elección de santo Toribio de Mogrovejo como Patrono de todo el Episcopado de América Latina y pidió instantemente que tal elección y aprobación fuese confirmada, según las normas de la Instrucción sobre la revisión de los calendarios particulares y de los oficios y misas propias, n.30

Constando, pues, que se han cumplido ambas condiciones, conforme a derecho y oído el parecer de la Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino, nos acogemos benignamente a la petición y con vuestra potestad y autoridad apostólica declaramos y confirmamos a santo Toribio de Mogrovejo como PATRONO ANTE DIOS DE TODOS LOS OBISPOS DE AMÉRICA LATINA y confiamos que como este Santo para ellos será Intercesor de celestiales gracias, así también dichos prelados lo adoptarán como modelo del ministerio pastoral.

Sin que obste nada en contrario.

Fechado en Roma, junto a san Pedro, bajo el anillo del Pescador, día diez de mayo del Señor, 1983, quinto de nuestro Pontificado". Joannes Paulus

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miércoles, 20 de marzo de 2013

LAICOS NO CLERICALIZADOS Y MUCHAS COSAS MÁS. ENTREVISTA AL CARDENAL BERGOGLIO 2011



Entrevista al Card. Jorge M. Bergoglio

Aunque prefirió no hacer un balance de su gestión al frente de la CEA en los períodos 2005/2008 -2008/2011 —"que lo hagan otros, no yo"— y asumió con nostálgica alegría que lo que más añora de su infancia es "el chocolate con churros que hacía mi mamá", respondió de muy buen ánimo las preguntas del Equipo de Prensa y Comunicación de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA).

¿Qué ha vivido como muy bueno en estos seis años?
Lo que viví desde que soy obispo: la unidad y la fraternidad que hay entre nosotros. Y eso lo vivo desde el año 92 que entré al episcopado.

¿Cambiaría algo de ese tiempo?
Siempre hay cosas que cambiar. Pensar en que podemos ser un poco más santos todos. Ante la santidad siempre hay que meterle, no hay que parar. Eso sí: estar más cerca de Jesús. Todos tenemos que hacer un esfuerzo para acercarnos a Jesús.

¿Se va con alguna deuda con esos seis años?
Sí, se me ocurren muchas cosas, con los curas, acá en la arquidiócesis [de Buenos Aires]. Pero hay que seguir caminando e ir haciéndolas de a poco. Ésta es una ciudad que de noche tiene 3 millones de habitantes y de día 8. Cuántas cosas hay que hacer ahí…

Como apasionado de la ciudad de Buenos Aires…
Es la más linda del mundo.

¿…quisiera comentar algo sobre la pastoral urbana?
Creo que el Congreso de Pastoral Urbana [se refiere al llevado a cabo hacia fines de agosto de este año a nivel región Buenos Aires] nos hizo mucho bien. Nos hizo caer en la cuenta de que lo monocultural no corre. Decían en el Congreso que hay 6 o 7 ciudades imaginarias en Buenos Aires. El gran esfuerzo no solamente es inculturarnos —que siempre hay que hacerlo— sino de comprender los lenguajes que van llegando que son totalmente distintos. Aparecida tiene unas consideraciones muy fuertes sobre la pastoral urbana.

¿Qué le gusta mucho de Buenos Aires?
Callejear. Cualquier rincón de Buenos Aires tiene algo que decirnos. Buenos Aires tiene lugares, barrios y pueblos. Lugano es algo más que un barrio: es un pueblo con una idiosincrasia que lo diferencia de un barrio común. Hay lugares, como grandes avenidas, que son sólo lugares; algunos barrios mantienen sierre su encanto.

¿Cómo ve a los laicos en la Argentina?
Sería generalizar, cosa que a mí no me gusta. Hay laicos que realmente viven en serio su fe, se juegan, que creen que Jesús está vivo y esperan en la resurrección pero mientras tanto no se rascan la guata [la panza], como dicen los chilenos, sino que trabajan esperando que venga el Señor y preparando el camino. Hay un problema, lo dije otras veces: la tentación de la clericalización. Los curas tendemos a clericalizar a los laicos. No nos damos cuenta pero es como contagiar lo nuestro. Y los laicos —no todos pero muchos— nos piden de rodillas que los clericalicemos porque es más cómodo ser monaguillo que protagonista de un camino laical. No tenemos que entrar en esa trampa, es una complicidad pecadora. Ni clericalizar ni pedir ser clericalizado. El laico es laico y tiene que vivir como laico con la fuerza del bautismo, lo cual lo habilita para ser fermento del amor de Dios en la misma sociedad, para crear y sembrar esperanza, para proclamar la fe, no desde un púlpito sino desde su vida cotidiana. Y llevando su cruz cotidiana como la llevamos todos. Y la cruz del laico, no la del cura. La del cura que la lleve el cura que bastante hombro le dio Dios para eso.

¿Cómo se lleva con la tecnología?
Celular no tengo. Computadora no sé manejar. De cuando estudiaba en Alemania (1986) tengo una Olivetti [máquina de escribir] que compré en una liquidación por 60 DM (marcos alemanes), y tiene memoria de un renglón nada más. Y con eso me arreglo para contestar las cartas. Generalmente escribo todo a mano, si tengo que dar una conferencia la escribo a mano y la canciller, que me conoce la letra, me las pasa. Esto no es un desprecio a la tecnología simplemente que no he tenido tiempo de abocarme a eso. Probablemente voy a hacer como el cardenal Aramburu que, cuando se jubiló, aprendió computación.

Iglesia y comunicación. ¿Qué opina del concepto del papa Benedicto XVI que habla de la "belleza tecnológica"?
Sí, las instituciones eclesiásticas siempre se han entendido más con la categoría "verdad" y no con la de "bondad" y la de "belleza". La comunicación supone las tres. Comunicarse supone decir una cosa que uno entiende que es verdad, decirla con bondad y con belleza. Las tres juntas. Las instituciones eclesiásticas todavía no desarrollaron sobre todo la dimensión de la belleza. Creo que hay que trabajar mucho en eso. La belleza en el mensaje, en la transmisión, la vida misma, la captación de las cosas, las cosas son verdaderas, buenas y bellas. Y si le falta algo le falta algo de las tres. Una verdad que no es buena termina siendo una bondad no verdadera. Van juntas. Lo mismo con la belleza. O sea, que la relación tiene que ir por esos carriles. Y tenemos que hacer un esfuerzo por que eso madure y progrese. [Recomienda la lectura del documento conciliar Inter Mirifica sobre los medios de comunicación social.]

¿Cuál es su mirada sobre el CELAM?
Que ha crecido, va madurando. De algo meramente funcional, porque tenía que ser así cuando empezó, se ha transformado en algo inspirativo. La última Conferencia del Episcopado en Aparecida es levadura de inspiración más que bajada de línea funcional. Es un llamado a la creatividad, marca líneas de misionalidad, no termina con un documento como las anteriores conferencias sino que termina con una misión. Eso es muy importante.

¿Cómo se informa de las noticias del país y del mundo?
Por el diario papel a la mañana. No me lleva más de 20 minutos. Y no sé qué es, pero tengo una habilidad o capacidad de leer en diagonal, de pescar justo los puntos clave, desarrollarlos y entender qué hay detrás y, si no, preguntar. En general a la mañana ya estoy informado.

¿Qué lo decidió a ser sacerdote?
Fue una… [se golpea la nuca con el borde de su mano]. Fue un día de la primavera que iba de paseo, estaba en la Acción Católica de Flores, estudiaba y al pasar por ahí [Basílica de San José de Flores] entré y vi un cura que no conocía sentado en un confesionario. Dije: "Me voy a confesar. Hace tiempo que no me confieso". No sé lo que me pasó pero me volví a casa totalmente conmovido, distinto. Me había dado cuenta de que quería ser cura pero no lo quería decir. Después terminé los estudios de química y trabajé en un laboratorio.

¿Hay algún pasaje del Evangelio que le resuene más fuerte?
El Evangelio es una sorpresa continua. Suelo abrirlo al azar dos veces: a la mañana cuando me levanto y a media tarde, y cada vez me encuentro con una cosa que me toca. Las Bienaventuranzas me llegan hondo.

Hablemos de Aparecida. Sus luces, sus sombras.
La inspiración del Espíritu es la gran luz que hubo ahí. Sombras son las mil y una cositas que trababan y tuvimos que superar. Pero no me atrevería a decir que la mayor luz fue ésta. Creo que todo fue un complejo de luces y sombras y que ganó la luz. Es la primera conferencia general del episcopado que se hace en un santuario mariano que tiene capacidad para 35.000 personas. Todos los días concelebrábamos los 200 y pico de obispos con gente. Los días de semana había poquita gente: 200, 300 personas, poquitas… Sábado y domingo, 30.000. Y las sesiones se hacían debajo del santuario, en instalaciones que hay ahí para los peregrinos. De manera que nuestra música de fondo eran los cantos del santuario. La voz del pueblo de Dios. Ésa fue una de las grandes luces de Aparecida: el pueblo de Dios metido en la conferencia, en un santuario mariano, la casa de la Madre.

¿Quisiera dejar algún mensaje como Presidente saliente de la Conferencia Episcopal Argentina?
Hablé como un obispo cualunque. Como presidente, no. Me sentí siempre como los demás.

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martes, 19 de marzo de 2013

Homilía del Papa Francisco en la Misa de Inicio de su Pontificado

Homilía del Papa Francisco en la Misa de Inicio de su Pontificado

Queridos hermanos y hermanas

Doy gracias al Señor por poder celebrar esta Santa Misa de comienzo del ministerio petrino en la solemnidad de san José, esposo de la Virgen María y patrono de la Iglesia universal: es una coincidencia muy rica de significado, y es también el onomástico de mi venerado Predecesor: le estamos cercanos con la oración, llena de afecto y gratitud.

Saludo con afecto a los hermanos Cardenales y Obispos, a los presbíteros, diáconos, religiosos y religiosas y a todos los fieles laicos. Agradezco por su presencia a los representantes de las otras Iglesias y Comunidades eclesiales, así como a los representantes de la comunidad judía y otras comunidades religiosas. Dirijo un cordial saludo a los Jefes de Estado y de Gobierno, a las delegaciones oficiales de tantos países del mundo y al Cuerpo Diplomático.

Hemos escuchado en el Evangelio que «José hizo lo que el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer» (Mt 1,24). En estas palabras se encierra ya la la misión que Dios confía a José, la de ser custos, custodio. Custodio ¿de quién? De María y Jesús; pero es una custodia que se alarga luego a la Iglesia, como ha señalado el beato Juan Pablo II: «Al igual que cuidó amorosamente a María y se dedicó con gozoso empeño a la educación de Jesucristo, también custodia y protege su cuerpo místico, la Iglesia, de la que la Virgen Santa es figura y modelo» (Exhort. ap. Redemptoris Custos, 1).

¿Cómo ejerce José esta custodia? Con discreción, con humildad, en silencio, pero con una presencia constante y una fidelidad y total, aun cuando no comprende. Desde su matrimonio con María hasta el episodio de Jesús en el Templo de Jerusalén a los doce años, acompaña en todo momento con esmero y amor. Está junto a María, su esposa, tanto en los momentos serenos de la vida como los difíciles, en el viaje a Belén para el censo y en las horas temblorosas y gozosas del parto; en el momento dramático de la huida a Egipto y en la afanosa búsqueda de su hijo en el Templo; y después en la vida cotidiana en la casa de Nazaret, en el taller donde enseñó el oficio a Jesús

¿Cómo vive José su vocación como custodio de María, de Jesús, de la Iglesia? Con la atención constante a Dios, abierto a sus signos, disponible a su proyecto, y no tanto al propio; y eso es lo que Dios le pidió a David, como hemos escuchado en la primera Lectura: Dios no quiere una casa construida por el hombre, sino la fidelidad a su palabra, a su designio; y es Dios mismo quien construye la casa, pero de piedras vivas marcadas por su Espíritu. Y José «custodio» porque sabe escuchar a Dios, se deja guiar por su voluntad, y precisamente por eso es más sensible aún a las personas que se le han confiado, sabe cómo leer con realismo los acontecimientos, está atento a lo que le rodea, y sabe tomar las decisiones más sensatas. En él, queridos amigos, vemos cómo se responde a la llamada de Dios, con disponibilidad, con prontitud; pero vemos también cuál es el centro de la vocación cristiana: Cristo. Guardemos a Cristo en nuestra vida, para guardar a los demás, salvaguardar la creación.

Pero la vocación de custodiar no sólo nos atañe a nosotros, los cristianos, sino que tiene una dimensión que antecede y que es simplemente humana, corresponde a todos. Es custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como se nos dice en el libro del Génesis y como nos muestra san Francisco de Asís: es tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos. Es custodiar a la gente, el preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón. Es preocuparse uno del otro en la familia: los cónyuges se guardan recíprocamente y luego, como padres, cuidan de los hijos, y con el tiempo, también los hijos se convertirán en cuidadores de sus padres. Es vivir con sinceridad las amistades, que son un recíproco protegerse en la confianza, en el respeto y en el bien. En el fondo, todo está confiado a la custodia del hombre, y es una responsabilidad que nos afecta a todos. Sed custodios de los dones de Dios.

Y cuando el hombre falla en esta responsabilidad, cuando no nos preocupamos por la creación y por los hermanos, entonces gana terreno la destrucción y el corazón se queda árido.

Por desgracia, en todas las épocas de la historia existen «Herodes» que traman planes de muerte, destruyen y desfiguran el rostro del hombre y de la mujer. Quisiera pedir, por favor, a todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: seamos «custodios» de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro. Pero, para «custodiar», también tenemos que cuidar de nosotros mismos.

Recordemos que el odio, la envidia, la soberbia ensucian la vida. Custodiar quiere decir entonces vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque ahí es de donde salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen. No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura.

Y aquí añado entonces una ulterior anotación: el preocuparse, el custodiar, requiere bondad, pide ser vivido con ternura. En los Evangelios, san José aparece como un hombre fuerte y valiente, trabajador, pero en su alma se percibe una gran ternura, que no es la virtud de los débiles, sino más bien todo lo contrario: denota fortaleza de ánimo y capacidad de atención, de compasión, de verdadera apertura al otro, de amor. No debemos tener miedo de la bondad, de la ternura.

Hoy, junto a la fiesta de San José, celebramos el inicio del ministerio del nuevo Obispo de Roma, Sucesor de Pedro, que comporta también un poder. Ciertamente, Jesucristo ha dado un poder a Pedro, pero ¿de qué poder se trata? A las tres preguntas de Jesús a Pedro sobre el amor, sigue la triple invitación: Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas. Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio, y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz; debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe, de san José y, como él, abrir los brazos para custodiar a todo el Pueblo de Dios y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente los más pobres, los más débiles, los más pequeños; eso que Mateo describe en el juicio final sobre la caridad: al hambriento, al sediento, al forastero, al desnudo, al enfermo, al encarcelado (cf. Mt 25,31-46). Sólo el que sirve con amor sabe custodiar.

En la segunda Lectura, san Pablo habla de Abraham, que «apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza» (Rm 4,18). Apoyado en la esperanza, contra toda esperanza. También hoy, ante tantos cúmulos de cielo gris, hemos de ver la luz de la esperanza y dar nosotros mismos esperanza. Custodiar la creación, cada hombre y cada mujer, con una mirada de ternura y de amor; es abrir un resquicio de luz en medio de tantas nubes; es llevar el calor de la esperanza.

Y, para el creyente, para nosotros los cristianos, como Abraham, como san José, la esperanza que llevamos tiene el horizonte de Dios, que se nos ha abierto en Cristo, está fundada sobre la roca que es Dios.

Custodiar a Jesús con María, custodiar toda la creación, custodiar a todos, especialmente a los más pobres, custodiarnos a nosotros mismos; he aquí un servicio que el Obispo de Roma está llamado a desempeñar, pero al que todos estamos llamados, para hacer brillar la estrella de la esperanza: protejamos con amor lo que Dios nos ha dado.

Imploro la intercesión de la Virgen María, de san José, de los Apóstoles san Pedro y san Pablo, de san Francisco, para que el Espíritu Santo acompañe mi ministerio, y a todos vosotros os digo: Orad por mí. Amen.

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lunes, 18 de marzo de 2013

El Patrocinio de san José sobre la Iglesia y los Papas. San José, cuida de la Iglesia. P. Teófanes Egido, OCD

En 1870, en unos momentos especialmente difíciles para la Iglesia y por petición expresa de los Padres del Concilio Vaticano I, el Papa Pío IX proclamó a san José Patrono de la Iglesia universal. El Papa Francisco tiene una especial devoción al Custodio de la Sagrada Familia, en cuya solemnidad, el próximo martes 19 de marzo, celebrará la Misa de inicio de su pontificado. Escribe el Director del Centro Josefino Español:

1. Imagen de san José y el Carmelo de la web del Centro Josefino; P. T. Egido; Ilustración del libro Vida de san José,de Louis Dominique Champeau, 1886 y 

La misión de san José en la Iglesia tardó en ser reconocida oficialmente. Y, si bien es cierto que tarde, el reconocimiento eclesial de san José llegó de forma estupenda con la proclamación solemne de su patrocinio sobre la Iglesia universal. La verdad es que la concesión del título singular y expresivo se debió sobre todo a un Papa y a las circunstancias tan especiales, casi trágicas, de la Iglesia por aquel año de 1870. El Papa, ferviente devoto de san José, era Pío IX; y el momento eclesial, uno de los más críticos de su historia: justamente en el segundo semestre del año, el Concilio Vaticano I tenía que ser aplazado para no reanudarse ya. Y es que, por avatares de la guerra entre Francia y Prusia, y por el proceso de la unidad de Italia, el Papa se había quedado sin dominios territoriales, sin su mermado ejército, sin la Urbe y, como decía él mismo,prisionero en el mermado reducto romano.

En aquel clima de temores y de miedos apocalípticos, Pío IX se hizo eco de las peticiones de los fieles, de las elevadas por los Padres conciliares, y, justamente en la fiesta de la Inmaculada de 1870, declaró a san José Patrono y abogado de la Iglesia, para que cuidara de ella, en aquellos tristísimos tiempos, como cuidó de su familia de Nazaret, verdadera y primera Iglesia naciente. La decisión pontificia tuvo efectos inmediatos y permanentes. Comenzaron a abundar Congregaciones religiosas llamadas de san José y de la Sagrada Familia; fueron más frecuentes aún los nombres de José impuestos en los bautismos; se dedicaron al santo cofradías, asociaciones, parroquias e iglesias; se escribieron libros de alta teología y de piadosa devoción en un movimiento creciente hasta el Concilio Vaticano II. Los Papas, todos, manifestaron paladinamente su devoción con gestos eclesiales. León XIII, en la fiesta de la Asunción de 1889, publicaría la primera (y única hasta ahora) encíclica josefina, la Quamquam pluries, con la oración más popular: A vos, bienaveturado san José, y con clara intención social, al igual que la autorización de la fiesta de la Sagrada Familia. Pío XII, también con sentido social, instituyó la fiesta de San José Obrero en 1955.

Juan XXIII no sólo incluyó el nombre de san José en la misa (en el Canon, en 1962), sino que también se atrevió a declarar al santo como Patrono del Concilio. Lo hacía poco antes de su inauguración en un documento cálido y, con palabras sencillas y profundas a la vez, lo llamaba «cabeza augusta de la Familia de Nazaret y protector de la Santa Iglesia». Y oraba: ¡Oh, san José, invocado y venerado como protector del Concilio Ecuménico Vaticano II! En el centenario de la encíclica de León XIII, Juan Pablo II publicaba, en agosto de 1989, su Exhortación apostólicaRedemptoris custos -Custodio del Redentor-. Es, indudablemente, el documento pontificio más extenso y más profundo, rebosante de Evangelio, de teología, de sensibilidad, en el que se expone la misión de san José en la Iglesia en consonancia con la que tuvo como cuidador de Jesús. En cuanto a la dedicación de templos al protector de la Iglesia como efecto inmediato de la proclamación de su patrocinio, el más hermoso de todos ellos quizá sea el de Antonio Gaudí a la Sagrada Familia. En noviembre de 2010, Benedicto XVI lo consagraba en persona en unas jornadas inolvidables. Y confesaba que «la alegría que siento de poder presidir esta ceremonia se ha visto incrementada cuando he sabido que este templo, desde sus orígenes, ha estado muy vinculado a la figura de san José. Me ha conmovido especialmente la seguridad con la que Gaudí, ante las innumerables dificultades que tuvo que afrontar, exclamaba lleno de confianza en la divina Providencia: San José acabará el templo». En estos días, la Iglesia ha vivido la situación singular de un Cónclave celebrado no por la muerte del Papa, sino por la renuncia de este gran devoto de san José: Benedicto XVI. Es seguro que la mirada buena del protector cuidará también del nuevo Papa Francisco. Teófanes Egido

http://sanjoseyelcarmeloteresiano.blogspot.com/2010/10/oracion-dichoso-patriarca-san-jose.html

Oración: Dichoso Patriarca San José, elegido para cumplir los oficios de padre cerca del Verbo Humanado. Grande fue tu dolor al ver nacido a Jesús en tan extrema pobreza, pero este dolor se cambió en gozo celestial al oír los cantos de los ángeles y contemplar el resplandor de aquella luminosa noche. Por este dolor y gozo, te suplicamos nos alcances la gracia de que, después de haber seguido nuestro camino en la tierra, podamos oír las alabanzas angélicas y gozar de la vista de la gloria celestial. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén

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PAPA FRANCISCO: ME GUSTA, COMENTO, COMPARTO

PAPA FRANCISCO: ME GUSTA, COMENTO, COMPARTO

José Antonio Benito Rodríguez[1]

Universidad Católica Sedes Sapientiae, Lima

 

De todos modos, siempre nos alegramos los católicos y la buena gente cuando se nos proclama el "anuntio vobis gaudium magnum: habemus Papam". Y enseguida le encontramos la gracia. Es el siervo de los siervos de dios, es el pontífice (constructor de puentes), el vicario de Cristo, el obispo de Roma, el nuevo Pedro, el 266, el pastor universal. Pero también hay sorpresas gozosas que le dan un plus al acontecimiento Es el regalo del Esposo (el Espíritu Santo) a la Esposa (la iglesia). Y, claro, su Amor es desbordante. Hasta llegar a decir que "recuerda en el aspecto a Juan XXIII, tiene la simpatía del papa Wojtyla, habla con la sencillez de Juan Pablo I y piensa como Ratzinger. Un mix explosivo".  

A mí me pilló en un canal de TV justo a la espera de comentar la gran noticia. Y confieso que, al ver al nuevo Papa un tanto asustado y cómo fue cambiando su rostro como contagiándose del combustible espiritual del pueblo que rezaba y aclamaba, me emocioné.

Una vez ante mi computadora y tras ver, escuchar, reflexionar, en el lenguaje de las redes sociales puedo afirmar que siento la necesidad de proclamar que "me gusta,  comento, comparto".

Me gusta su nombre "Francisco" por lo que significa de sencillez, ternura, el aire nuevo de sus florecillas, su empeño en restaurar la Iglesia. Como buen jesuita, sigue a San Ignacio, quien al ver la vida de Francisco se convirtió: "Si él lo hizo, yo también tengo que hacerlo".

Me gusta su procedencia, Hispanoamérica, unido a ser hijo de emigrantes italianos, lo que Messori señala como "geopolítica"·. El reconocer que el continente de la esperanza –que habla español, que ha fraguado una síntesis cultural en torno al catolicismo con el tesoro de su religiosidad popular como punta de lanza- es el continente del amor, de la solidaridad.

Me gusta su sonrisa que me recuerda a Juan XXIII, Juan Pablo I; sus bromas como el decir que viene del fin del mundo o que algún cardenal le sugirió el nombre de Clemente XV para "vengarse" del Papa que suprimió la Compañía de Jesús.

Me gusta que haya mencionado en primer lugar al Papa emérito y le muestre gratitud, fidelidad, y nos pida oraciones por él.

Me gusta que sea religioso, consagrado, con la vivencia de los tres votos, la vida comunitaria; además, él ha sido maestro de novicios, provincial. Conoce de primera mano la gran necesidad de una renovación en fidelidad de la vida consagrada. De los 266 papas tan sólo 34 han sido religiosos, los últimos, además monjes,  Pío VII (1800-1823), benedictino y Gregorio XVI (1831-1846) camaldulense.

Me gusta que sea jesuita, la congregación más numerosa y que quizá más impacto ha tenido en la historia de la Iglesia. Los solos nombres de Ignacio de Loyola, Francisco Javier, su lema "A la mayor gloria de Dios", "en todo amar y servir", sus grandes pruebas, también en esta coyuntura…

Me gusta que haya ingresado a la Compañía y ordenado sacerdote como gustaba afirmar a San Ignacio "salido de muchacho", sabiendo qué es la vida, la del químico, la del profesor de literatura, la afectividad…

Me gusta su vida de oración, su temple contemplativo, la seriedad con la que vive la liturgia, su devoción por Santa Teresita, San José, la Virgen Santa María.

Me gusta su "debilidad" por los jóvenes como manifestó a los cardenales a quienes le pidió que tenían que brindar la "sabiduría de la vida"

Me gusta su pasión por los pobres, los más necesitados, su compromiso con la justicia, la familia, los derechos humanos, los valores, sin pelos en la lengua, pero sin ideologías, desde su condición de pastor, como queda claro en su responsabilidad de Cáritas.

Me gusta su celo misionero, su participación en Aparecida, su urgencia por vivir como "discípulo y misionero".

Me gusta su deseo ir al punto, al grano, al llano, aunque tenga que prescindir de ropajes rimbombantes, comodidades, rodeos. Así lo confirman las fotos viajando en metro en Buenos Aires, tomando mate, besando los pies de un niño enfermo de SIDA, vistiendo sotana remendada, zapatos viejos…

Me gusta su capacidad de escucha, la serenidad que refleja, la paz que transmite.

Me gusta su comunicación directa, sus homilías breves y enjundiosas, profundas, con ejemplos.

Me gusta la acogida de la gente, de los medios…Me gusta la expectativa que se ha creado

Me gusta que cuente con nosotros desde el primer momento, que nos haga protagonistas en la oración y en la acción.

Hasta me gusta que afloren las críticas, el querer ponerle entre las cuerdas por ser íntegro, por ser valiente, por ser verdadero. Como Jesús,  el Profeta., el Maestro, el Pastor que da la vida por los suyos.  

COMENTO brevemente. Siento que entramos en un kairós, en un tiempo propicio, en un momento en que se nos brinda la gran oportunidad de vivir lo que profetizó Isaías: "miren, voy a hacer algo nuevo; ya está brotando".

COMPARTO porque "se nota, se siente que, en Francisco, Cristo está presente". Más allá de un líder espiritual, más allá del comunicador, rescato su oficio de "Sumo Pontífice" y ya está tendiendo puentes: de comunión, primero entre todos los católicos, cristianos, judíos, de otras religiones, hasta con los ateos como en su mensaje sobre el perdón y la misericordia; con el mundo contemporáneo, que gusta de gestos directos, auténticos, coherentes. Emerge su misión de "servus servorum Dei" que acuñó su predecesor San Gregorio Magno y lo sentimos como el que sirve   y por eso nos ha abierto el alma a la sorpresa, a la esperanza, y con gozo, gratitud y responsabilidad aclamamos: "¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!"

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domingo, 17 de marzo de 2013

CONVERSATORIO POR LOS 300 AÑOS DEL MONASTERIO DE JESÚS, MARÍA Y JOSÉ DE LAS CLARISAS CAPUCHINAS Y HOMENAJE AL SIERVO DE DIOS Nicolás Ayllón

CONVERSATORIO POR LOS 300 AÑOS DEL MONASTERIO DE JESÚS, MARÍA Y JOSÉ DE LAS CLARISAS CAPUCHINAS Y HOMENAJE AL SIERVO DE DIOS Nicolás Ayllón

 

Este sábado 16 por la tarde, en la artística sacristía de San Francisco el Grande, con la preciada ambientación de lienzos de pintura virreinal, retablos, imágenes sacras…he tenido el gozo de presentar y participar en el entrañable homenaje a nuestro Siervo de Dios Nicolás Ayllón y celebrar también la fundación tricentenaria de las Clarisas Capuchinas.

Comenzó todo con la canción dedicada a San Francisco de Asís a cargo del coro "Angeli Dei" dirigido por Fray roque Chávez.

Siguió el conversatorio central con las palabras del P. Ernesto Rojas Ingunza, doctor en Historia de la Iglesia, y postulador de la causa, quien nos motivó la importancia de un proceso de canonización de este peruano ejemplar, indígena, laico, padre de familia, comprometido con su ciudad de Lima, fervoroso, caritativo. El historiador Rafael Sánchez Concha disertó acerca del capellá P. José Fausto Gallegos, canónigo encargado de ir a buscar a las fundadoras Clarisas Capuchinas y quien tuvo que sortear mil y una aventura para regresar a buen puerto –el Callao- con las religiosas un 1 de febrero de 1713. Por su parte, el antropólogo César Ramos Aladna, enfatizó las raíces norteñas e indígenas de Nicolás Puicón Faxollen, curaca mochica de Chiclayo, quien tomó el apellido del franciscano Juan de Ayllón, y se identificó plenamente con sus congéneres indígenas en Lima, ayudándoles permanentemente en su profesión de sastre, su plata y, sobre todo, con su espiritualidad.

Mientras tanto, Gladys Schereiber Córdoba y su equipo se multiplicaba por obsequiar al público asistente con refrescos, dulces y "santo" material con la vida, obra y novena a Nicolás Ayllón.

Como gesto celebrativo disfrutamos de danza y canto. Primero con la marinera norteña a cargo de los jóvenes Mariana Alejandra Manrique Tanta y Jayro Gonzales Ataucusi, discípulos de la maestra Gaby León. Vino a continuación la magistral interpretación de Rosaluz "la voz morena del Perú" quien nos brindó la primicia de su canción al Señor de los Milagros y dos canciones criollas como la del chi clayanito que hizo las delicias del respetable público que las coreó y acompañó con las palmas. Como colofón festivo los campeones de marinera, Liliana Lecaros de Ruiz y Marcelo Chumpitaz danzaron  una hermosa marinera norteña.

Agradecimos a las Hermanas Clarisas Capuchinas que desde el Claustro oraban por todos y que prepararon sus ricos dulces y refrescos.  Por último, rezamos la oración para la beatificación del siervo de Dios e invitamos a participar en los actos jubilares del monasterio especialmente en la misa del 14 de abril a las 11 a.m.  

 

http://jabenito.blogspot.com/2012/06/re-saludos-y-agradecimiento.html

http://www.tradicionyaccion.org.pe/tya/spip.php?article99

 

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El Papa Francisco tiene «el perfil de un santo». Afirma Mons. Martínez Camino, S.J.

El Papa Francisco tiene «el perfil de un santo»
Los obispos españoles reciben al Papa Francisco con «una alegría inmensa», por la prontitud con la que ha sido elegido y por ser un Papa «excelente» y con «el perfil de un santo». Con estas palabras resumió el Secretario General de la Conferencia Episcopal, monseñor Juan Antonio Martínez Camino, la reacción de la Iglesia en España sobre la elección como Papa del cardenal Jorge Mario Bergoglio
Especiales web (14-III-2013)

«Es una alegría inmensa tener Papa de nuevo, tan pronto, y un Papa tan excelente», Poco más de una hora después de conocerse la identidad del nuevo Papa, monseñor Juan Antonio Martínez Camino, Secretario General de la Conferencia Episcopal Española compareció en rueda de prensa para hacer una primera valoración sobre Su Santidad Francisco, a quien adelantó que «el señor cardenal Presidente de la Conferencia Episcopal, cardenal Rouco Varela, seguramente ya ha tenido ocasión de expresar al Santo Padre, en nombre de todos los obispos españoles, nuestra obediencia filial y nuestra disposición plena al trabajo de la nueva evangelización, con Pedro y bajo Pedro».

«Es un poco pronto» para trazar el perfil del Papa Francisco, subrayó que «sí que puedo decir que es el perfil de un santo. Los obispos quedaron con esa impresión» cuando el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio les predicó los Ejercicios Espirituales en enero de 2006. Por eso, se trata de «un Papa muy cercano a nuestra Conferencia Episcopal», y también «a nuestra patria, a España». Ya antes de predicar esos Ejercicios, estuvo en Alcalá de Henares durante un año, como parte de su formación como jesuita.

«A san Ignacio -recordó el obispo- le mencionó Benedicto XVI cuando vino a España -a Santiago de Compostela y a Barcelona-, cuando le preguntaron por la Iglesia en España. Dijo que había dado al mundo a san Ignacio, a santa Teresa, a san Juan de la Cruz, a san Juan de Ávila. España había sido determinante en la configuración del catolicismo moderno. El nuevo Papa conoce muy bien estas raíces en los grandes santos españoles». También tiene -añadió- mucha devoción a la Virgen Desatadora de Nudos, a san José y a santa Teresita de Lisieux. Monseñor Martínez Camino añadió que, ya antes de conocerle en persona, «siempre oí hablar de él con admiración por su labor como Provincial en Argentina, una provincia jesuita floreciente que destacaba por encima de las demás provincias de Hispanoamérica».

La Iglesia, «una novedad continua»

En este «perfil de santo», el Secretario General de la Conferencia Episcopal encajó el protagonismo absoluto que tuvo la oración durante la presentación del Papa: «Los santos se caracterizan por que la oración no se hace cuando toca, sino que viven en ambiente de oración». Al responder sobre los problemas a los que la Iglesia tiene que hacer frente, el obispo subrayó que «todos los problemas de la Iglesia vienen porque no somos santos. Y el problema más importante es el de anunciar el Evangelio del amor de Dios a todos los hombres. La Iglesia es santa, y puede hacer esto con su santidad objetiva, pero cuanto más santos seamos, mejor podremos hacerlo. Si el Papa es santo, va a potenciar la vida de la Iglesia en todos los aspectos».

En cuanto a las muchas novedades que supone su elección, monseñor Martínez Camino señaló que «llevamos de sorpresas, al menos, desde Juan XXIII. Igual será que no son sorpresas, que la Iglesia es una novedad continua. Lo que son estereotipados son los clichés sobre la Iglesia. Creo que las sorpresas van a seguir, en el sentido de que van a seguir siendo normales».

María Martínez López
Texto íntegro de la intervención de monseñor Martínez Camino, y su respuesta a las preguntas de los periodistas

Buenas noches. Gracias por su presencia en una noche de tanta alegría para la Conferencia Episcopal Española, para toda la Iglesia, porque tenemos un nuevo Papa. Es una alegría inmensa tener Papa de nuevo, tan pronto, y un Papa tan excelente. El señor cardenal Presidente de la CEE, cardenal Rouco Varela, seguramente ya ha tenido ocasión de expresar al Santo Padre, en nombre de todos los obispos españoles, nuestra obediencia filial y nuestra disposición plena al trabajo de la nueva evangelización, con Pedro y bajo Pedro. A un servidor no le queda más que unirse a esas primeras palabras del Presidente de la Conferencia Episcopal al Papa Francisco.

Este Papa es un Papa muy cercano a nuestra Conferencia Episcopal, a nuestra patria, España. Es muy cercano a todos los obispos españoles, casi todos le conocen personalmente. En enero de 2006 le invitamos para que nos diese los ejercicios espirituales, del 15 al 22 de enero estuvo en Madrid. Acudieron más que nunca, casi todos los obispos asistieron. Todos le conocen personalmente, todos recibieron los ejercicios dirigidos por el cardenal Bergoglio.

Tengo aquí los apuntes hechos por él, que él nos dio día a día. No me da tiempo a repasarlos enteros. Pero como los tenía en la memoria y en el corazón, no ha sido difícil recordarlos. El cardenal estuvo hospedado en el colegio mayor donde un servidor era entonces capellán, en el centro de Madrid, cerca del Retiro. Es un sitio muy discreto, en un ático. Dijo: «Me hospedo aquí porque quiero estar tranquilo. Vengo de los ejercicios, y no quiero nada más».

Aquí tenemos la foto con él. Está un servidor, el Vicesecretario para Asuntos Generales de entonces, don Eduardo García, y nuestras secretarias. Supongo que el Papa no se molestará por que mostremos esta foto; casi quería pasar de incógnito.

No es el momento de que yo ahora trace o valore el perfil del nuevo Papa, es un poco pronto. Sí que puedo decir que es el perfil de un santo. Creo que los obispos -yo entonces no era obispo- quedaron con esa impresión. Cinco días seguidos con intervenciones por la mañana y por la tarde, y pudiendo hablar con él, es una ocasión muy buena para conocerse las personas. Es el perfil de un santo, y yo lo podría resumir, aunque con trazos de un primer momento, que habrá que hacer con más precisión.

Comenzó los Ejercicios con lo esencial, recurriendo a un pasaje central de los Ejercicios de San Ignacio (fueron los Ejercicios ignacianos los que nos dio, como jesuita que es). Comenzó recordando el documento de la Plenaria de la CEE que se titula La fidelidad de Dios dura siempre. Mirada de fe al siglo XX, de 26 de noviembre de 1999. «Me gusta -dijo- porque está hecho en el espíritu del Magnificat». Es un canto de alabanza a Dios por sus dones en el siglo XX, de gratitud y de aliento para la esperanza. Y en este contexto recoge la frase de san Ignacio, el corazón de los Ejercicios de san Ignacio, que está en las Constituciones de la Compañía de Jesús: «La Compañía de Jesús» -la Iglesia-, «no se ha instituido por medios humanos, no puede conservarse ni aumentarse con ellos, sino con la mano omnipotente de Cristo, Dios y Señor nuestro. Por eso es menester en Él solo poner la esperanza de que Él haya de conservar y llevar adelante para lo que se dignó comenzar, para su servicio y alabanza y ayuda de las almas». Es un buen lema para resumir su espíritu: sólo en Dios está la esperanza. Sólo Él ha comenzado la Iglesia y la llevará adelante.

Por eso no hay lugar para el orgullo -decía-. Ustedes han de ejercitarse en la indiferencia espiritual: es indiferente riqueza que pobreza, vida larga que corta, honor que deshonor. Todos estos medios son iguales. Sólo quiero elegir lo que es para mayor gloria y alabanza de Dios nuestro Señor. De ahí se deriva el querer la cruz de Cristo.

No sé si se ha explicado por qué ha elegido el nombre que ha elegido, pero yo aventuro que está pensando en san Francisco de Asís, que fue un ejemplo para san Ignacio de Loyola. «Si san Francisco ha hecho esto, vivió en la pobreza basada en el amor de Dios, ¿por qué yo no?» Esta fue la pregunta del comienzo de la conversión de san Ignacio. Quiere poner la esperanza sólo en Dios y vivir la humildad y el desapego a los bienes del mundo.

Además es un Papa que habla en español. Nos conoce mucho, ha estado en España muchas veces. Aparte, estuvo como estudiante jesuita, estuvo haciendo la tercera promoción en el terceronado de Alcalá de Henares, que hacen los jóvenes jesuitas antes de ser admitidos a la profesión en la Compañía. Es como el tercer noviciado, y estuvo haciéndola en Alcalá en el año 1970-71. Es un Papa muy cercano a nosotros.

A san Ignacio de Loyola le mencionó Benedicto XVI cuando vino a España, a Santiago de Compostela y a Barcelona, cuando le preguntaron por la Iglesia en España, y dijo que había dado al mundo a san Ignacio, a santa Teresa, a san Juan de la Cruz, a san Juan de Ávila. España había sido determinante en la configuración del catolicismo moderno. El nuevo Papa conoce muy bien estas raíces en los grandes santos españoles.

Tanda de preguntas

¿Podría hacer una valoración, no como Secretario General de la Conferencia Episcopal, sino como jesuita?

Aquí estoy como portavoz de la CEE, y como jesuita no tengo ningún mandato, habrá que preguntárselo a lo superiores de la compañía de Jesús. No puedo hablar en nombre de la Compañía. Sí puedo decir a título personal que siempre oí hablar de él con admiración por su labor como Provincial en Argentina, una provincia floreciente que destacaba por encima de las demás provincias de Hispanoamérica. No le conocí personalmente hasta que vino a España en 2006.

Ha sorprendido que nos ha hecho rezar a todos juntos, primero por Benedicto XVI y luego por él, y todos juntos. ¿Va a ser una línea de su pontificado? ¿Ha conseguido usted hablar con el cardenal Rouco?

Todavía no he hablado con él, es muy pronto, no sé si ya está fuera del blindaje. Sobre la oración, en seguida he comentado con los que lo estábamos viendo ese ambiente de espiritualidad y de oración, que me impulsó a recibir su bendición de rodillas, para recibir la indulgencia plenaria, que falta nos hace. Creo que será un Papa con perfil de santo, y los santos se caracterizan por que la oración no se hace cuando toca, sino que viven en ambiente de oración.

¿Pudieron conocer algo de sus gustos personales?

Creo que eso no nos lo contó en los Ejercicios. De sus autores espirituales, ha escrito bastantes cosas sobre san Ignacio. Tiene varios escritos en el Centro Ignaciano de Espiritualidad de Roma, y para la preparación del V centenario de san Ignacio en 1991. Sí que nos habló, en los Ejercicios, de santa Teresita de Lisieux, de san José (siempre comenzaba con una oración a san José). Una advocación suya es la Virgen, en la advocación de la Virgen que desata los nudos de la existencia humana, de nuestros pecados. Tengo varios escritos de él, y una estampa de esta Virgen dedicada por él.

Es ya el Papa de muchas primeras cosas. ¿Va a ser también un Papa de sorpresas, que va a sorprender, a la Iglesia y al mundo? ¿Le ha sorprendido su sencillez?

No me ha sorprendido porque le conozco, pero sí me preguntaba cómo iba a aparecer como Papa. Pero ha aparecido como es él, con esa sencillez que no va a dejar, aunque tenga que acompasarse a los ritmos del pontificado. Llevamos de sorpresas bastante tiempo, lo menos 50 años, desde Juan XXIII. Igual será que no son sorpresas, que la Iglesia es una novedad continua. Lo que son estereotipados son los clichés sobre la Iglesia. Creo que las sorpresas van a seguir, en el sentido de que van a seguir siendo normales.

Ese perfil de santidad, ¿le va a favorecer a la hora de resolver algunos problemas como los casos de pederastia y la crisis de fe que hay en Europa? ¿Nos llevaremos también sorpresas en el sentido de que pueda, es la primera vez que un Papa emérito convive con otro?

Yo creo que no, son dos personalidades que a priori se puede ver que no están para los conflictos. Se puede ver en el modo de hablar de los dos. Creo que está asegurado que no va a haber ningún conflicto. Sí es posible que haya, tal vez, vías de apoyo mutuo, que Dios dirá cómo pueden ser. No soy profeta, pero como me pregunta por el futuro, casi seguro que no habrá ningún conflicto. Todos los problemas de la Iglesia, vienen porque no somos santos. Todos absolutamente, y el más importante, es el problema de llegar a anunciar el Evangelio del amor de Dios a todos los hombres: amor de Dios, perdón, fraternidad. La Iglesia es santa, y lo puede hacer con su santidad objetiva pero cuanto más santos seamos, mejor podremos hacerlo. Si el Papa es santo va a potenciar la vida de la Iglesia en todos los aspectos. Lo decía en los Ejercicios: no hay que confiar en los medios humanos, más que en los que Dios pone. Y el primero que pone es nuestra santidad. La confianza hay que ponerla en los medios divinos, aunque no hay que despreciar los medios humanos, eso también lo saben los buenos jesuitas. Pero nunca pueden ir por delante y sustituir a la santidad, a los medios de Dios. Cuando se da esta inversión es cuando las cosas descarrilan. En todas las cosas, también en las empresas. Pero en la Iglesia sobre todo.

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