domingo, 15 de marzo de 2009

INCA GARCILASO-3. ¡CÓMO ME GUSTARÍA VERLES EN LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA!

LIBRO II. Cap.28 Los pocos instrumentos que los indios alcanzaron para sus oficios.

“Los españoles, a quien los indiezuelos piden que les lean, no se desdeñan ni se enfadan, por graves que sean, antes les acarician y dan gusto, sabiendo para lo que es. De manera que los indios del Perú, ya que no fueron ingeniosos para inventar, son muy hábiles para imitar y aprender lo que les enseñan. Lo cual experimentó largamente el licenciado Juan de Cuéllar, natural de Medina del Campo, que fue canónigo de la Santa Iglesia del Cuzco; el cual leyó gramática a los mest5izos, hijos de hombres nobles y ricos de aquella ciudad. Movióse a hacerlo de caridad propia y por súplica de los mismos estudiantes, porque cinco preceptores que en veces antes habían tenido, los habían desamparado a cinco o seis meses de estudios, y pareciéndoles que por otras granjerías tendrían más ganancia; aunque es verdad que cada estudiante les daba cada mes diez pesos, que son doce ducados, más todo se les hacía poco, porque los estudiantes eran pocos, que cuando más llegaron a docena y media. Entre ello conocí un indio Inca, llamado Felipe Inca, y era de un sacerdote rico y honrado, que llamaban el padre Pedro Sánchez, el cual viendo el habilidad que el indio mostraba en leer y escribir, le dio estudio; donde daga tan buena cuenta de la gramática  como el mejo estudiante de los mestizos. Los cuales cuando el preceptor los desamparaba se volvían a la escuela hasta que venia otro, el cual enseñaba por diferentes principios que el pasado y si algo se les había quedado de lo pasado, les decía que lo olvidasen, porque no valía nada. Desta manera anduvieron en mis tiempos los estudiantes descarriados de un preceptor en otro sin aprovecharles ninguno, hasta que el buen canónigo los recogió debajo de su capa y les leyó latinidad casi dos años ente armas y caballos, entre sangre y fuego de las guerras que entonces hubo de los levantamientos de son Sebastián y de Francisco Hernández Girón, que apenas se había apagado el un fuego, cuando se encendió el segundo, que fue peor y duró más en apagarse. En aquel tiempo vio el canónigo Cuéllar la mucha habilidad que sus discípulos mostraban en la gramática y la agilidad que tenían para las demás ciencias, de las cuales carecían por la esterilidad de la tierra, doliéndose de que se perdiesen aquellos buenos ingenios, les decía muy muchas veces: “¡oh, hijos, qué lástima tengo no ver una docena de vosotros en aquella universidad de Salamanca!” Todo esto se ha referido por decir la habilidad que los indios tienen para lo que quisieren enseñarles, de la cual también participan los mestizos como parientes dellos. El canónigo Juan de Cuéllar tampoco dejó sus discípulos perfeccionados en latinidad, porque no puedo llevar el trabajo que pasaba en leer cuatro lecciones cada día y acudir a las horas de su coro y así quedaron imperfectos en la lengua latina. Los que ahora son deben dar muchas gracias a Dios porque les envió la Compañía de Jesús, con la cual hay tanta abundancia de todas ciencias y de toda buena enseñanza de ellas, como la que tienen y gozan” p.208

 

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