lunes, 13 de octubre de 2008

LA FIESTA DEL VÍTOR EN MAYORGA POR SANTO TORIBIO

- Todos los 27 de septiembre, miles de antorchas aclaman al santo -

 

Gracias a Teresa Garcia de la Viuda vuelvo a asomarme a la fiesta toribiana del vítor. Vean las fotos en http://www.flickr.com/photos/31259832@N04/sets/. La Secretaría General de Turismo otorgó el título de Fiesta de interés Turístico Nacional a la celebración de “El Vítor” el 27 de junio del 2003.  Yo tuve la suerte de participar en 1999. Les ofrezco lo que sé por investigación y mi vivencia

            27 de septiembre. Otra vez, como desde hace siglos, pero con renovada ilusión, el santo brotado de esta tierra, el paisano más universal, el hidalgo castellanoleonés que abrazó todas las razas, santo Toribio Mogrovejo, vuelve a brillar en el firmamento de Mayorga.

            Todo comenzó un 11 de noviembre de 1538, cuando Ana de Robledo, esposa del regidor de la villa, Luis Mogrovejo daba a luz a un bebé al que llamaron Toribio. El niño creció, correteó por estas calles, estudió en los PP. Franciscanos, cometió las travesuras como todos los críos, se empapó de horizonte, de historia y de hogar, y comenzó a caminar. A Valladolid, Salamanca, Coimbra, Compostela...Ya es Licenciado en Derecho. Pronto le nombran inquisidor, en la Granada cautivadora y moruna, donde dará muestras de su proceder justo y solidario...Allá le llegará el nombramiento que cambiará toda su vida. No ha cumplido los 40 años, es laico...y se le confiere nada más y nada menos que el arzobispado de Lima. Le parece demasiado, duda aceptar, pero confiado en Dios, acepta y se embarca en Sevilla. Un emigrante más, un emigrante que no volvió nunca, un emigrante que enterró 25 años de su vida para resucitar una diócesis tan extensa como 15 Españas. Y recorrió todo el territorio, en mula o andando, para comunicarse, para convivir con sus fieles, los indios, los negros, los mestizos, o los criollos, como Rosa de Lima a la que tuvo el honor de confirmar. Nada le detiene, ni el sol ni las lluvias...es una rueda en continuo movimiento como diría de él el virrey Cañete. Convoca sínodos y concilios para hablar con sus obispos y sus curas de lo único que le importaba: el bien de sus hijos, sus derechos, su promoción humana y social, su evangelización integral. No es suyo el tiempo, vive en la eternidad. No tiene dinero quien todo lo da, por eso le llamaron el arzobispo limosnero, hoy le otorgaríamos el Nobel de la Paz por su compromiso solidario, por crear las bases de una nueva sociedad mestiza, con lo mejor de la cultura prehispánica, la renacentista española, la afromaericana, formando algo nuevo y distinto en el crisol del cristianismo...Y un 23 de marzo de 1606, en una choza del pueblo de Saña, emprende el viaje para la eternidad.

            Pasan los años y la Iglesia le proclama santo universal. Si toda la humanidad, especialmente los cristianos, se alegran con esa buena nueva, hay un pueblo que lo manifiesta de miles de maneras. Mayorga se llena de luz, se estremece y canta alborozada...Emplazada en lo alto de la vega del río Cega, destaca como un palmeral de siluetas que corresponden a sus templos, casas señoriales, palomares...La Meóriga romana fue llamada Castrofroilaz durante los siglos X y XI; destruida por Almanzor fue reconstruida y fortificada en el S.XII por el rey Fernando II. A finales del XII toma el nombre actual de Mayorga y a finales de la Edad Media fue dada al Conde de Benavente por el rey Juan II. Su enclave estratégico transforma sus tierras de cultivo en teatro de guerras como recuerdan los restos de sus murallas. Sus muros albergaron una poderosa colonia de judíos y edificios mudéjares. Entre otros edificios religiosos destacan la iglesia del Salvador, santa María de Arbas, santa María del Mercado, santa Maria, el convento de san Pedro Mártir, santa María de la Plaza y la ermita de santo Toribio. Al pasear por sus estrechas calles se admiran las fachadas de ladrillo decoradas con volutas y placas como la Casa del Conde o de los Pimentel. Y como elemento significativo de la arquitectura civil, testigo legendario de la justicia y de las ferias anuales de ganado es el señorial rollo del siglo XVI, junto al que se levanta un moderno monumento a santo Toribio. No hay tiempo para ver los pacíficos palomares o para escuchar nostálgicas habaneras de la que Mayorga hoy es capital... Estallan los cohetes y repican las campanas. El vítor nos reclama.

            La Universidad de Salamanca otorgaba el vítor, el símbolo de vencedor, a sus doctores. El clásico historiador salmantino M. Villar recoge esta popular tradición:

            "No sólo se trazaban los vítores en las paredes de la universidad, sino principalmente en los muros de las casas, colegios o conventos que habitaban los agraciados ya con algún título académico, ya con la propiedad de una cátedra; expresando el vítor el nombre del catedrático, la cátedra obtenida y a veces el año; aún existen muchos vítores, conservándose legibles los letreros de colorado almagre. La palabra vítor, se halla escrita casi siempre en abreviatura, acompañada en muchas ocasiones de una palma y una espada. También se escribían los vítores en tarjetones que los estudiantes paseaban a modo de estandarte, por plazas y calles[1]".

           

            Estas palabras se estampaban también con almagre por las paredes en obsequio a los que salían airosos en tales contiendas, especialmente en las universidades. Aludiendo a esta costumbre, dice el personaje "Tulipán" en el baile de "Las Flores" de Alonso de Olmedo, dirigiéndose a "Clavelina":

- ¡Tú conmigo que pareces

pared de Universidad

A quien vítores de almagre

ensangrentaron la faz!

 

            No sólo se trazaban los vítores en las paredes de las universidades, sino principalmente en las de las casas, colegios o conventos que habitaban los agraciados ya con algún título académico, ya con la propiedad de una cátedra; expresando el vítor el nombre del catedrático, la cátedra obtenida y a veces el año; aún existen muchos vítores, conservándose legibles los letreros de colorado almagre. La palabra vítor, se halla escrita casi siempre en abreviatura, acompañada en muchas ocasiones de una palma y una espada. También se escribían los vítores en tarjetones que los estudiantes paseaban a modo de estandarte, por plazas y calles".

 

            En la Universidad de Valladolid, sin ir más lejos, en el claustro del Palacio de Santa Cruz campean los vítores en honor a todos los doctores "honoris causa" nombrados por la Universidad. Junto al emblema descrito anteriormente figura el año y el nombre del doctor.

            Para festejar la canonización del doctor santo, Salamanca organizó un octavario solemne acompañado de cohetes artificiales en 1727 y hasta dos corridas de toros en la Plaza Mayor.

            Mayorga, cuna de santo Toribio, reclamó para sí alguna reliquia de su cuerpo. El Cabildo Catedralicio de Lima realizó las gestiones y se la envió con gozo. La nueva reliquia consistió en un peroné montado verticalmente dentro de un relicario piramidal de cristal sobre monturas de plata. Sucedió en 1752, 26 años después de su canonización. Tras surcar las aguas del Pacífico y recorrer los 12.500 kms. de distancia, llegaron a la tierra castellanoleonesa un 27 de septiembre a las 11 de la noche. No tenemos pruebas documentales definitivas sobre la primera celebración del vítor. Aunque se da como fecha la de 1752, por la llegada de las reliquias, sin embargo no aparece documentado hasta 1775 en el Libro de cuentas del Archivo Parroquial. En el Libro de Actas de la Congregación folio 49, hay que esperar hasta 21-9-1828 para la que denominan "Función de la Santa Reliquia"(): En 21-9-1728 se hizo la función de la santa reliquia de nuestro santo por esta BC (Beata Congregación) por no haber habido mayordomo dijo la Misa por turno D.Jerónimo Fernández uno de los señores sacerdotes congregantes y predicó Fr. Juan Pérez de Prado, religioso de S. Francisco. y natural de esta villa y por verdad lo firmo como prioste dicho día, mes y año. Alberto Revaque. Es lo que parece recoger el primer Libro de Actas cuando al hablar de la "Función de la Santa Reliquia" el 26 de septiembre de 1852 afirma con rotundidad:

            "La venerable congregación de Santo Toribio Alfonso Mogrovejo natural de esta villa de Mayorga celebró el aniversario de la entrada en la misma de la Santa Reliquia de su glorioso patrono y paisano verificada a mediados del siglo pasado con vísperas, misa solemne, completas y procesión. Dijo la misa D. Santiago Santerbas por el hermano seglar Toribio Casilla, predicó Pr. Jacobo Fonseca, exclaustrado de la orden de san Bernardo y natural de Villacid. Fdo. Santiago Santebajo".

 

            En el Archivo del Ayuntamiento se guardan diversos programas de la fiesta. En el de 1894, el programa se abre el día 26, a las 12 de la mañana con la actuación de la banda municipal dirigida por el profesor D. Valentín Alonso Arias, al elevación de “un magnífico y elegante globo”, la distribución de limosnas a los pobres de solemnidad, a los que se darán bonos de pesetas; por la tarde en la “Ermita del Ilustre Mayorgano Santo TA de M unas muy solemnes vísperas con asistencia del Ayuntamiento, Congregación y Comisiones”.

 Al día siguiente, 27, se hizo el recorrido de la banda municipal de dulzainas de la villa, con descarga de morteros y voladores, así como repique general de campanas. La función religiosa organizada por la Congregación del Santo, con una misa “a toda orquesta y estando el sermón a cargo de un ilustre orador”. Otro globo en la plaza mayor y nuevo recorrido de la banda y dulzainas. Por la noche, a las ocho, tendrá lugar la “Procesión cívica del Vítor” que saldrá de la Ermita de dicho santo y a la que asistirá el Ayuntamiento y Congregación, llevando un individuo de la última el estandarte llamado Vítor, recuerdo del aniversario de la llegada a esta Villa de la reliquia del ilustre Santo Toribio, disparándose durante su recorrido que hará por varias y principales calles de la población, infinidad de voladores, acompañándose de la banda municipal y dulzainas, y alumbrándose con multitud de hachas de viento hasta llegar a la Casa Consistorial, donde hará descanso mientras se haga la ascensión de un grandioso globo iluminado y dure la función de fuegos artificiales a cargo del acreditado pirotécnico de Valderas Don Manuel Rodríguez e hijos con un apretado programa de 35 actos que termina con “grandiosa decoración representando la imagen de Santo Toribio, con inscripción alusiva al acto y terminando con un gigantesco ramillete de numerosos voladores. Un final con iluminación, tronería, balas de color, de tiro, sierpecillas y erupciones volcánicas” concluyendo con una descarga de voladores que cubrirá el espacio con adornos y una fuerte explosión. El Ayuntamiento y Círculo de recreo estarán muy bien iluminados. Terminada la función, la Procesión Cívica se reanudará y recorrerá el resto de la población hasta llegar al punto de salida, donde se disolverá”.  De este modo, en cuanto los mayorganos tuvieron conocimiento del suceso, salieron a esperar las reliquias con teas encendidas y en fervorosa procesión las llevaron a la iglesia.

            La tradición no se ha interrumpido y año tras año se saca el vítor, la reliquia y en festiva procesión se pasea por el pueblo, para que lo bendiga de nuevo, para darle la enhorabuena. Todo tiene cierto sabor taurino, le dan la vuelta al ruedo, a hombros y por la puerta grande como solo se merecen los santos.

            La víspera de la fiesta, el 26, tal como rezan las Ordenanzas Municipales, la Congregación representado por sus mayordomos, cada uno con su insignia va a casa del señor Ángel, custodio del vítor, desde donde sale el vítores acompañado de las insignias, las autoridades civiles y religiosas y la banda de música. En la iglesia, cada cual se coloca en su sitio habitual y comienzan las vísperas a las 10,30 de la noche. En la plaza Mayor tiene lugar la quema del cubo. En el cubo va el eje de un carro de dos ruedas de madera, conmemorándose las ciencias estudiadas por el Santo: Gramática, Filosofía, Geometría, Astronomía, Cosmografía y Teología y Jurisprudencia.

            Comienzan los actos con la Misa mayor, a las 12 del mediodía, en la ermita. Rebosante a más no poder, apretados para tributar el homenaje a su santo. A continuación, los congregantes de Santo Toribio -fundados en 1733-, personalidades ilustres, mayorganos visitantes se dirigen al Ayuntamiento, que tradicionalmente - por su voto de la villa de atender a todos los menesteres de la fiesta- invita a todos a celebrar la fiesta con un fraternal aperitivo.

            A las cinco de la tarde sale la procesión por todo el pueblo. Las calles de la villa sienten de nuevo el paso benéfico de la imagen del mayorgano más ilustre. Quizá no marchan tan bien formados como antaño, pero el santo da cohesión y unidad a todos, pequeños y grandes, los de dentro y los de fuera, rompiendo todas las fronteras. La comitiva se dirige hasta la Iglesia de las Dominicas, convento seis veces centenario donde vivió María Coco - hermana del santo - y donde se canta un himno propio por parte de las Religiosas Dominicas y el habitual por todo el pueblo. En la actualidad y, desde la Navidad de 1994, dos dominicas del Convento de Santa Rosa de Lima, sor Celeste Chaves y sor Raquel Zurita, han reforzado con savia nueva este acrisolado monasterio.

 

            En el Libro de Actas de la Congregación se da cumplida información del día de la celebración (oscila entre el 21 y 30 de septiembre hasta que el 10 de septiembre de 1900 se acuerda su celebración fija el 27 de septiembre. Los datos aportados se refieren al nombre del predicador en la misa solemne, la institución responsable de la organización -siempre la Congregación excepto en 1845 que paga también el Ayuntamiento, si hay o no fuegos artificiales y corridas de toros o novillos.

            Todos los vecinos, amigos y curiosos marchan a cenar y se preparan para la fiesta del vítor. La vestimenta se compone de la ropa más "vieja" y desusada, o un mono, acompañada del sombrero con el ala más abierta y guantes. Hay que prevenirse bien para evitar las previsibles manchas al caer la pez prendida. La muchedumbre que participa en la procesión se concentra en la explanada de la ermita.        

             A las 10.30, los cohetes disparados al aire y el repique alborozado de las campanas dan la salida a la "maravillosa y grandiosa procesión cívica del Vítor que con su optimismo y originalidad recorre el tradicional itinerario del pueblo" -como reza el programa de las fiestas. Hasta Portugal se ha viajado para conseguir los pellejos que una comisión formada al efecto va distribuyendo a todos -unos mil- los que se quieren "quemar". El Vítor, estandarte o enseña en forma de cruz, fielmente custodiado por la familia de Ángel García Fierro, que va pasando religiosamente esta celosa responsabilidad, es portado por un congregante. 

            Las antorchas actuales están formadas por enormes varales o pértigas de los que penden los viejos pellejos usados como recipientes de vino, a los que se unta de brea, mezcla de sebo y aceite de pescado. Curiosamente a los mayorganos les cuesta cada vez más encontrar talleres que realicen estas piezas. Actualmente traen pieles de cabrito de Covarrubias, en Burgos. Con mucho mimo las llenan de pez, las sacan aire y secan, las meten siete días en vino y las vuelven a secar, para tener a punto los pellejos el día de la procesión. Encendidos dan luz, color y calor a la escena dotándola de mágicas imágenes en el dilatado cielo castellanoleonés. Envueltos en este alucinante espectáculo de fuego se marcha en alegre conversación al tiempo que se derriten los pellejos; hay que tener mucho cuidado para no embadurnarse con semejante material que pringa toda la acera.

            Los niños van en primera fila y luego el resto, al final el vítor escoltado por las insignias.  Todo se permite en esta carrera, bailes, cánticos, vivas atronadores, trajes ridículos, luminarias con pellejos empegados en elevadísimos varales, contorsiones mímicas que arrancan la risa al pecho más serio; confusión y laberinto por todos los lados, pero en la mayor concordia, sin insultos ni atentados de ningún género no teniendo más fin que honrar al Santo de cada uno, el santo de todos...

            La medida del amor es amar sin medida y el cariño por el santo cada uno lo manifiesta como mejor sabe, de mil y una maneras... El pasacalles monótono y divertido a base de canciones castellanas, murgas y habaneras, tiene cuerda para cinco largas horas de devota jarana. Les pongo una muestra: “Con usted me tengo que ir, a las orillas del mar/ porque soy marinerito/ de las orillas del mar. Que no te peines/ para los toreros / que va a los toros/ con sal y salero.

Los toreros en Mayorga/ cuando salen a la plaza/ llevan zapatitos bajos/ con las hebillas de plata/ deténte toro que soy torero.

             Al llegar a la Plaza Mayor, la procesión-manifestación se detiene frente al balcón del Ayuntamiento. En ese momento los cohetes comienzan a tronar al unísono con los fuegos artificiales convirtiendo la noche en un espectáculo excepcional. Periodistas y fotógrafos se dan cita puntual junto a los hijos de sangre y los adoptivos de Mayorga. Desde Barcelona, Madrid, se trasladan para vivir el Vítor. Se charla, se canta, se baila, se bebe, se aplaude, pero todo en una sana algarabía y sin notas discordantes. Es verdaderamente un milagro el que no haya ningún accidente, quemadura, peleas, teniendo como se tienen todos los ingredientes para montar la de San Quintín, fuego, varales, vino...Disfraces, canciones, bailes, todo se presta a la unidad en torno al Santo...

            Por fin, en el centro de la plaza, justamente en el lado opuesto del busto del santo que preside el jardín, en medio de fuegos y ambiente multicolor, se desenrollan las figuras de santo Toribio y de Santa Rosa, que es iluminada con gran esplendor; en ese momento caen todos rendidos y postrados de rodillas ante el santo al que dedican su himno y al que impetran gracias para el nuevo curso. Una vez terminados los fuegos, baja el Ayuntamiento para seguir su recorrido, siguiendo la misma marcha. Éste es uno de los momentos culminantes del recorrido como me contaba una joven universitaria que ha participado durante 5 años seguidos y el sufrimiento que le causó el llegar tarde en una ocasión.

            Se vuelve a salir de la plaza por las calles principales del pueblo. Sigue el bullicio, griterío, ruido de las bombas, músicas, dulzainas que en conjunto forman un verdadero campo de confusiones indefinidas... se enfila la última calle para desembocar en la ermita. Se apagan las corambres y se pasa a templo como si de un torrente se tratase, todos en tromba y... los ángeles vuelven a hacer otro milagro evitando lógicos accidentes. Es el momento de la Salve que entonan fervorosamente un buen grupo y que otros corean como pueden. El broche de oro lo pone el himno que cantan con la garganta y el corazón. Todos se unen como una sola voz en torno al mayorgano más ilustre y al que nuevamente han honrado por todo lo alto y se prometen volverlo a hacer por todos los años que "el Señor nos dé vida". Así lo recoge una mayorgana actual Ángela Polo: “cuando son las cuatro y media o cinco de la madrugada el Vítor llega a la puerta de la iglesia, la gente apaga los pellejos encendidos y todos esperan poder entrar al interior de la ermita para rendirle a su Santo el último homenaje del año. Una vez en el interior, todo se ha vuelto silencio, la música ya no toca, es el momento de entonar con fe la Salve a la Santísima Virgen y el himno a Santo Toribio con gran entusiasmo y darle vivas”

            En el cielo de Mayorga, las estrellas parecen cobrar nueva luz. En el silencio de la noche, confundidas con las notas nostálgicas de la charanga o los murmullos de anónimas voces, la memoria de una estrella con nombre propio, que de nuevo ha vuelto a brillar con luz popular: Santo Toribio.

 



    [1] M. Villar y Macías Historia de Salamanca. Salamanca, 1905. III, p.59.

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